jose

jose, sin tilde, le roba fotos a la gente.

los mejores momentos y gestos que la calle concede,
están en el disco duro de jose.

pero no solo roba, también da.
se acerca, saluda al sujeto capturado, le relata la vida,
y crea lazos con la extraña,
con el extraño.

hoy el extraño es él, porque he ido a capturarlo en su dominio
-un recinto colmado de postales de viaje, plantas y tesoros de orfebrería,
y sospecho que apenas se deja, como buen animal que intuye
lo que sucede entre filibusteros.

jose cree que todo lo que pasa está bien.
sea lo que sea.
porque es producto de una elección consciente que siempre es la mejor,
aunque tengas la vida dada vuelta.

y con esa visión conoció, gracias al azar
de una noche bonaerense destinada a fracasar, a rodrigo,
su marido hace ya más de media década.

jose es sicoterapeuta gestáltico además de fotógrafo.
su tarjeta personal tiene dos caras.
la primera reza: la belleza está en el exterior.
la segunda: la belleza está en el interior.
fotógrafo se hizo de casualidad, para mirar a los ojos.
lo otro es una añadidura de extensa escolaridad
que le sirve de herramienta para leer al otro, al sujeto robado.
y claro, a si mismo, el primero en su lista de capturas.

entre una cosa y la otra,
los ojos tímidos pero inquisidores,
la sonrisa pausada,
los atisbos de una profunda melancolía,
y una estampa sigilosa,
va jose con sus treinta y tres años por valencia,
apresando conmovedores relatos
de todos aquellos movimientos cotidianos que imprimen en la calle,
sin que nadie más que él lo note,
una arrolladora luminosidad.